Los peligros del pensamiento positivo es que te proponen que seas feliz, sin más. Cada cual a su manera, vive buscando ser feliz y experimentar emociones de forma que aporten el bienestar más grande posible. Pero solo por el hecho de desearlo ¿se puede conseguir esta felicidad? ¿El optimismo es lo que te acercará a la felicidad?
¿Te permites estar triste, enfadada o experimentar rabia? ¿Lloras cuando estás riendo o ríes cuando estás llorando? ¿Tratas de encontrar siempre el lado positivo, independientemente de la gravedad? ¿Cambias de tema cuando se habla sobre algo que no te resulta agradable?
“Tú puedes con todo”, “sal ya de tu zona de confort”, “Querer es poder”: son solo algunos ejemplos de los mensajes de la psicología positiva. Están por todas partes: mensajes de WhatsApp, tazas, medios de comunicación, …
Nunca está de más recibir mensajes que nos animen o que nos hagan sonreír. Pero, ¿qué hay de real tras estos mensajes?
El optimismo, una fuerte autoconfianza y experimentar emociones de forma positiva, son algunos de los principios básicos del pensamiento positivo. Pero aquí mismo es donde se encuentran sus riesgos: los peligros del pensamiento positivo son que únicamente hacen valer las experiencias emocionalmente positivas y te hacen responsable de conseguir la felicidad. Es decir: que si no consigues ser feliz, es porque tú no estás haciendo todo lo posible.
El pensamiento positivo transmite unas ideas muy claras: eres capaz de todo si te lo pospones. Si así fuera, ya podría eliminar los posts sobre la autoestima, la autoconfianza, la motivación, la regulación emocional, … Porque si todos somos capaces de todo, no hace falta la psicología ni trabajar por el crecimiento personal.
Está claro que el pensamiento positivo es necesario, pero no podemos permitir que nos invada. Tenemos que encontrar un equilibrio. Tener claro que las cosas no son ni blancas ni negras, saber que la vida es lo que pasa en el espacio que queda entre los extremos.
Peligros del pensamiento positivo en el día a día
Vivir según los mensajes del pensamiento positivo, tiene dos efectos. Genera una autoexigencia enorme y una tendencia hacia un perfeccionismo que no es asumible y, si lo fuera, difícilmente se podría mantener en el tiempo. Esto es porque todo el que implique un esfuerzo, un sobreponerse de manera constante y perseguir un objetivo sin haber construido unas bases sólidas, implica un desgaste. Y en este caso concreto, implica negar una parte de la experiencia: la parte que no nos estamos permitiendo experimentar, aquellas experiencias que nos generan miedo, tristeza, rabia, frustración, …
Una de las ideas del y peligros del pensamiento positivo, es evitar situaciones que nos hagan experimentar emociones negativas. Como ya viste en el artículo sobre las emociones, no se pueden clasificar como positivas o negativas. De nuevo, la importancia está a identificarlas y atender a la intención que tienen para responder de la manera más adecuada para ti en cada situación concreta.
De nuevo, se trata de encontrar un equilibrio: ni evitar todas las situaciones que implican experimentar emociones de forma desagradable, ni buscar solo vivir las situaciones que resultan emocionalmente agradables. Y todavía menos se trata de bloquear tu experiencia emocional.
Bloquear la experiencia emocional, es como construir una presa en un río: pararás el curso del agua y después del muro todo será calma. Pero en el otro lado se irá acumulando el agua hasta que sobrepase el muro. Entonces, ya no tendrás manera de contener el agua. Esto puede pasar si bloqueas lo que consideras como emociones negativas: por mucho que las contengas, seguirán allí presionando, hasta que llegue un día en que te desborden.
Analiza los mensajes del pensamiento positivo
Por eso, hay que aceptar que en la vida todos tenemos que pasar por situaciones desagradables. La felicidad no es un regalo ni depende solo de ti. Es un esfuerzo constante en el tiempo. Algunas situaciones desagradables o que nos hacen daño las podemos evitar, pero otras no. El pensamiento positivo te animará a hacer que lo pases rápidamente y mantengas la sonrisa. Pero lo que te aportará más es aprender de lo que te está pasando, de lo que sientes y como resuelves las situaciones.
Pasar de largo o esquivar las situaciones desagradables o que consideras perjudiciales seguramente te proporcionará un alivio rápido. Pero el problema seguirá allí, latente: porque no se ha solucionado.
Piensa en cuando no te atreves a decirle a tu pareja una cosa que te ronda por la cabeza porque crees que no se lo tomará bien, que discutiréis, … Cuando decides no decírselo, sientes un alivio y te encuentras bien, pero cuando vuelves a pensar en si decirselo o no, vuelven las sensaciones negativas.
Negar las experiencias que nos pueden resultar desagradables, es como vivir con unas gafas de color de rosa. Nos hacen desconectar de las experiencias del día a día y nos hacen creer que somos capaces de todo. Pero, ¿qué pasa si no es así? Pues que con el tiempo se generan sentimientos de frustración y culpa. Con las ganas o la intención a menudo no es suficiente, por lo cual hay que trabajar para conseguir lo que nos proponemos en cualquier área de la vida (echa un vistazo a la Rueda de la Vida de la cual te hablo en este artículo).
Evitar experiencias que puedes valorar como negativas, perjudiciales o desagradables, te puede estar privando de aprender y crecer. Y es que de estas experiencias (¡de todas!) se aprende: se pueden reforzar tus habilidades y capacidades personales, a la vez que pueden contribuir a aumentar tu autoestima y sentimiento de autoconfianza.
Puede ser tan perjudicial para ti dejarte arrastrar por una tristeza profunda, por el pesimismo, por la angustia, … Como sonreír frente todas las situaciones por desagradables que sean. La clave está en el equilibrio y la flexibilidad, detenerte y valorar cada situación para evitar los peligros del pensamiento positivo.
¡Pasa a la acción!
Recuerda una situación del pasado o actual que te haga experimentar malestar, que notes que te hace estar triste, desanimado, preocupado, sentir miedo,… Piensa cuáles eran o son los mensajes que te das a ti mismo. Ahora, piensa en los mensajes que te decían o te dicen las personas de tu entorno. Anota las respuestas en dos columnas. Cuando lo tengas, revísalo y responde a estas preguntas: ¿Qué tienen que ver contigo los mensajes que tú te das? ¿Y los que te han dado los demás? ¿cuáles podrían tener que ver con el pensamiento positivo y cuáles no? ¿Cuáles crees que te han estado o están siendo de más utilidad? ¿Qué otros mensajes serían útiles para ti?