Tener confianza en uno mismo es lo que te permitirá poder hacer lo que te propones. Con una autoconfianza alta, te sentirás mejor contigo mismo y tendrás más facilidad para decidirte a hacer cambios y mejoras en tu vida. Por eso, te propongo revisar las bases sobre las cuales se construye, para reforzarlas y potenciarlas porque la autoconfianza juegue favor tuyo.
¿Creus que las cosas buenas que te pasan, son cuestión de suerte? ¿O crees que tus capacidades, conocimientos, habilidades y actitud tienen algo a ver? ¿A que sueles atribuir las situaciones negativas o desagradables con las que te encuentras?
La confianza en uno mismo o autoconfianza y la autoestima van de la mano. La autoestima mide cuánto te valoras a ti mismo. La autoconfianza determina cuánto crees en ti mismo. No son lo mismo, pero si una se mueve, la otra también lo hace. Una se refiere al aprecio que te tienes y la otra a la confianza en ti mismo.
Para ver más claro que no son lo mismo, piensa en una persona que pueda tener una alta autoconfianza y a la vez, una baja autoestima: por ejemplo, se puede mostrar como una persona capaz de todo y atrevida, pero no se siente bien con ella misma. O bien, puede tener una baja autoconfianza y alta autoestima: creer en que se merece lo mejor, pero no confiar en sus propias habilidades para conseguirlo.
Los pilares básicos de la autoconfianza son “creo que puedo” y “creo que sé”. Y no es uno “creo” en forma de interrogante. Es una afirmación que se traduce en «soy capaz de” y “me atrevo a”.
Tener confianza en uno mismo, pensamiento positivo y motivación
Tener confianza en uno mismo se relaciona con la confianza que muestras y percibes con relación a tus capacidades, a las cosas que consigues hacer o las que querrías conseguir. Esto incluye tanto los aspectos positivos como negativos. Es decir, que nadie sabe de todo ni nadie sabe de nada.
Todos tenemos habilidades y capacidades. O podemos demostrar más y mejores habilidades y capacidades en unas cosas que en otras. En otras palabras: huye de la idea de perfección, te generará más estrés que motivación para llevar a cabo tus propósitos.
Por eso, es importante que puedas detenerte para conocerte bien a ti mismo, saber cuál es el equilibrio que hay entre tus capacidades, lo que te permiten hacer y lo que puedes conseguir realmente. Deja atrás los mensajes del pensamiento positivo: nadie es capaz de todo ni es solo responsabilidad tuya no conseguir todo el que te propones.
Una alta confianza, pero sin que se haya construido en una base real y sólida, puede tener consecuencias negativas. Te puede llevar a tomar decisiones sobre cosas que no son como esperas o te pueden bloquear o paralizar. O todavía peor: puedes vivir una experiencia tan negativa que no te permitas volver a probar conseguir el que pretendías.
Cuatro principios básicos para tener confianza en uno mismo
Los principios básicos son las bases esenciales para construir tu autoconfianza.
El primero tiene que ver con la regulación emocional. Cuando muestras autoconfianza, experimentas las emociones de forma más positiva. Creer en tus propias capacidades y saber que eres capaz, te hace afrontar las situaciones con más seguridad y tranquilidad. Por lo tanto, con menos estrés.
Esto tiene beneficios inmediatos: la concentración aumenta, disfrutas y aprendes de lo que estás haciendo. Repercute positivamente en el rendimiento y la experiencia. En caso contrario, si experimentas sensaciones negativas, el rendimiento empeora y es más posible que no consigas lo que te propones. O bien, que el resultado sea más costoso: más cansancio, aumento de la inseguridad, disgusto, estrés negativo, …
El segundo, es la motivación, que aumenta proporcionalmente a la autoconfianza que te demuestras: a mayor autoconfianza, mayor motivación para tomar la determinación de hacer las cosas que te propones. De atreverte. Cuando la autoconfianza es baja, se tiende a reducir la motivación porque se empiezan a poner excusas, barreras, impedimentos, … Para no hacer el que te propones. Es muy parecido al efecto que puede tener el miedo y las consecuencias pueden ser similares.
El tercero se refiere a los objetivos. Si tienes niveles altos de autoconfianza, plantearte objetivos y pasar a la acción te será más fácil. Es decir, que darás el paso con menos esfuerzo porque creerás realmente que podrás conseguir lo que te propones. Si tus niveles son más bajos, será más difícil plantearlos porque no creerás que lo puedas conseguir.
Atreverse a cumplir los objetivos, puede ser una gran fuente de motivación: si lo consigues, te demuestras que eres capaz y, si no, puedes aprender sobre como mejorar el proceso y el resultado.
Por último, hay que eliminar barreras y miedos. En parte, tiene que ver con identificar las creencias limitantes y reformularlas. De este modo plantearás creencias alternativas que te movilicen y te hagan confiar más en ti mismo. Y es que si te dejas llevar por una baja autoconfianza, te estarás limitando vivir experiencias positivas que reforzarían tu autoestima y te movilizarían a buscar más y más bienestar.
Cómo puedes ver, tener confianza en uno mismo implica pasar a la acción, ponerse a prueba. También equivocarse y aprender de las cosas que no han ido como esperábamos. Igual que pasa con la motivación, se retroalimenta de las cosas que haces, independientemente del resultado que obtengas.
Pasar a la acción es una manera de fortalecer la autoconfianza. Ya sea porque consigues lo que te propones o porque te has atrevido. O porque has visto que tampoco había que ser “tan perfecto” o “estar tan preparada” como pensabas.
La confianza se gana con la acción y por eso, necesitas de la experiencia. Los planes y objetivos pueden quedarse al terreno de las ideas, pero difícilmente te permitirán crecer y hacer el que quieres hacer en la vida y conseguir el que pretendes.
Como siempre, te animo a pasar a la acción, ponerte a prueba, retarte a ti misma para crecer y ser más feliz. La vida se trata de esto, ¿verdad?
¡Pasa a la acción!
Piensa en las cosas que funcionan en tu vida. ¿Cuáles tienen que ver con lo que tú has conseguido? ¿Qué han estado cuestión de suerte? Ahora, ten en cuenta aquellas que atribuyes a la suerte. Dales una vuelta: ¿Qué influencia has tenido tú en el factor “suerte” al que atribuyes las cosas que has conseguido que funcionen?