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Responsabilidad afectiva y emocional


Judith Gallego - 2023 - 0 comments


La responsabilidad afectiva y emocional hacen que te tengas en cuenta en las relaciones, a la vez que tienes en cuenta a los demás. A menudo decimos que las otras personas nos hacen sentir bien, mal, que nos hacen enfadar, que nos hacen preocupar, sentir rabia, … Pero la única persona responsable de tus emociones, es uno mismo: tú.


¿Cómo crees que pones en práctica la responsabilidad afectiva y emocional? ¿De qué depende que tú te sientas bien? ¿Esperas que los demás te hagan sentir bien o buscas conseguirlo por ti misma? ¿Estás atento a como tu manera de relacionarte influye en las personas de tu entorno?


Mientras que la responsabilidad emocional tiene que ver con cómo entiendes y vives tus emociones, la responsabilidad afectiva es tener en cuenta que tus acciones (sean con la familia, la pareja, los amigos, los compañeros de trabajo, …) tienen consecuencias sobre los demás: generan expectativas y pueden influir en la experiencia emocional de las personas con quienes interaccionas.

Responsabilidad implica “hacerse cargo de”. Si hablamos de responsabilidad afectiva y emocional, nos referimos a hacernos cargo de nuestras emociones y de los afectos que creamos en la relación con los demás.

La primera tiene que ver contigo mismo, mientras que la segunda tiene que ver con la relación con otras personas.

responsabilidad afectivaResponsabilidad emocional

La responsabilidad emocional se refiere a hacernos cargo de nuestras emociones o de nuestra respuesta emocional. Es decir, que si estás triste, contenta, enfadada o tienes miedo, es responsabilidad tuya, nadie te está provocando esta emoción. De entrada puede parecer extraño, porque tendemos a decir que las otras personas o las situaciones nos hacen sentir de tal o cual manera. Pero como viste, las emociones se experimentan en función de como cada persona las identifica, las gestiona y las regula.

Si no, ¿cómo es posible que una misma acción o situación tenga efectos diferentes en un grupo de gente?

Imagínate que estás en un concierto. Tocan una de las canciones más famosas y tiernas del repertorio del cantante. Unos cuántos os emocionáis y lloráis, otros la cantan sonrientes y otros aprovechan para ir a pedir una copa porque no los acaba de gustar. La canción, la situación y el momento es el mismo: lo que cambia es como cada persona lo experimenta. Cada persona que asiste a este concierto, conecta con cosas diferentes cuando escucha la canción y, a partir de aquí, se dan unas reacciones emocionales determinadas: unos lloráis, otros sonríen, otros recuerdan que necesitan una copa, … . Así, lo que te hace emocionar no es el cantante o la canción, es con el que conectas cuando la escuchas.

¿Qué pasa si no asumimos la responsabilidad sobre nuestras propia

s emociones? Respecto a una canción, quizás no tiene mucha importancia. Pero imagínate que se da en una relación de pareja: en el caso más extremo puede derivar en una relación de dependencia o abusiva. Puede pasar porque esperas que la otra parte te proporcione bienestar y felicidad, que te haga sentir como tú esperas sentirte. Por eso adaptas tu manera de hacer y de ser para mantener este afecto y atención que recibes. Pero el precio es muy alto: la otra persona toma el control de tus emociones. Echa un vistazo al artículo en el que te hablo sobre dependencia emocional y relaciones abusivas.

Responsabilidad afectiva

La responsabilidad afectiva trata de atender al impacto emocional que tiene tu comportamiento en las personas con quienes te relacionas. Parece un poco contradictorio con el tema de la responsabilidad emocional, pero esta se refiere a mostrar empatía, ser asertivos y amables con las personas que nos rodean.

Cada cual es responsable de su propia experiencia emocional, pero no por eso tenemos que relacionarnos al margen de las emociones de las personas de nuestro entorno.

Imagínate que usas el bus para ir al trabajo y cada día coincides con una persona que te gusta. Un buen día, os decidís a empezar a hablar. Pasan unos días y seguís charlando, compartís los contactos por redes, os seguís encontrando en el bus, … De repente, un día dejas de encontrar a esta persona en el bus y ves que te ha bloqueado en todas las redes. No sabes qué ha podido pasar y empiezas a intentar encontrar una explicación: “Quizás ayer hice un comentario que le ha molestado”, “Y si hice algo que no le gustó?”, … ¿Te has encontrado en alguna situación similar o has hecho algo parecido? ¿Cómo te sentiste o como crees que se sintió la otra persona?

Responsabilidad afectiva y emocional: cuidar de las relaciones personales

Un ejemplo de No responsabilidad afectiva es el ghosting. Es cuando una persona con la que estás manteniendo una relación afectiva de repente, desaparece: dejas de recibir mensajes, llamadas y, cuando intentas ponerte en contacto, no recibes ninguna respuesta. Todo ello, sin que pudieras prever que podría ocurrir y sin explicación alguna por la otra parte. Esta forma de finalizar las relaciones suele tener consecuencias graves en la autoestima y autoconcepto de la persona a la que no se le ha dado la oportunidad de saber y decidir sobre la relación.

Que cada cual sea responsable de sus emociones, no significa que los demás o nosotros tengamos que ir por la vida generando expectativas, estableciendo relaciones o haciendo comentarios que puedan herir. Se trata de relacionarnos con responsabilidad afectiva y emocional para cuidar de las relaciones personales, para cuidar de los demás y de nosotros mismos.

Por eso, la empatía, la asertividad y considerar al otro como una persona con los mismos derechos y que merece nuestro respeto, nos ayudará a ser responsables en este sentido.

Es frecuente hablar y actuar de forma que hacemos responsables a los demás de la manera como nos sentimos, de los pensamientos que tenemos o de las cosas que hacemos. Y a la vez, solemos caer en decir o pensar “si se siente mal por lo que he dicho, yo no puedo hacer nada”.

La responsabilidad afectiva y emocional nos recuerda que la experiencia emocional depende de un mismo, pero siempre que podamos tener un comportamiento empático, contribuiremos a mantener unas mejores relaciones y convivencia.

Esperar que los demás nos hagan sentir bien, puede suponer una pérdida de tiempo y energía demasiado grandes. Busca tus propias maneras de sentirte bien, de experimentar lo que quieres experimentar y cuando lo quieres experimentar. Nadie sabe mejor que tú como satisfacerte y hacer lo que necesitas en cada momento.


¡Pasa a la acción!

Piensa en alguna relación en la que consideres que no hayas mostrado suficiente responsabilidad afectiva (dejar de hablar o saludar a alguien sin dar ninguna explicación, bloquear en las redes, …). Prueba a ponerte en su lugar: qué puede haber pensado, sentido o empezado a hacer diferente a partir de tu conducta. ¿Crees que podrías haber hecho algo diferente?


¿Quieres más información? Sigue estos enlaces para acceder a la conferencia sobre “Responsabilidad afectiva: superando el ghosting i el gaslighting

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