La comunicación sexual es vital y una de las habilidades fundamentales es la asertividad sexual. Con ella, podrás hacer saber con quién compartes tus experiencias sexuales que esperas, que quieres incluir y cuáles son tus límites para hacerlos respetar. Y, a la vez, te permite saber que espera de la relación sexual la persona con quien compartes tus experiencias.
¿Piensas que tu pareja o compañero sexual tiene que saber qué necesitas o qué esperas de la relación sexual? ¿Se te hace un nudo a la garganta cuando tienes que hacer saber que algo no te gusta y proponer una alternativa? ¿Te da vergüenza expresar tus deseos sexuales?
La asertividad sexual es la capacidad que tienes para tomar conciencia de ti mismo como un ser sexual. A la vez, también es la capacidad para poner en juego todo un conjunto de habilidades para obtener satisfacción sexual y placer, bien sea con un mismo o con otra persona.
Es decir, poder hacer y expresar de manera apropiada tus pensamientos relacionados con la sexualidad y así, llevarlos a la práctica.
Esta expresión se concreta en tres acciones: tomar la iniciativa en los encuentros sexuales, rechazar encuentros sexuales que no desees y, por último, negociar comportamientos sexuales saludables (como poner límites cuando algo que está pasando no te gusta). También tiene relación con la habilidad que tienes para comunicarte con tu pareja o compañeros sexuales sobre que significa para ti la satisfacción sexual y como llegar a ella.
Y una parte igual de importante: la asertividad sexual te permite poder hacer y decir todo esto de forma que no sientas culpa ni arrepentimiento. Esto implica dejar de hacer cosas para complacer a los demás o hacer cosas que a ti no te gustan y te generan malestar.
¿Qué relación hay entre la comunicación sexual y la sexualidad?
Así, la asertividad sexual se relaciona de manera muy estrecha con el deseo sexual. Esto es porque la expresión correcta de lo que tú esperas obtener de las relaciones sexuales, facilita la predisposición relacionada con las variables psicológicas del deseo sexual.
Ten en cuenta que el hecho de considerarte una persona con habilidades asertivas, no significa que tengas ya adquirida la asertividad sexual. Esta última implica tus propias experiencias y expectativas, el contexto cultural y social y tus propios valores y creencias con relación a la sexualidad.
Justamente, son los valores y las creencias en relación con la sexualidad que pueden limitar tu capacidad asertiva. Esto está estrechamente relacionado con el hecho que vivimos en una sociedad en la que hablar de sexo, sexualidad, prácticas sexuales, del placer, de la satisfacción sexual, … Se reserva al ámbito privado. O, como mucho, para círculos íntimos de amistad o como tema recurrente para hacer bromas y chistes fáciles.
Esto puede hacer que no busques una solución y te limites a la hora de conseguir satisfacción sexual y placer en tus relaciones. Dejar de expresar y compartir tus necesidades o preocupaciones por miedo a cómo pueda reaccionar la otra persona o por vergüenza, te limita y frena para poder tomar decisiones sobre tu sexualidad. Incluso, puedes llegar a atender más a las necesidades de la otra parte que a las tuyas propias.
Algunos consejos para mejorar la comunicación sexual
Para empezar a incorporar cambios en este sentido, te propongo revisar tres aspectos que tienen que ver con la asertividad sexual y que dependen exclusivamente de ti.
El primero es tu educación sexual. No me refiero tanto a los contenidos en sí o los conocimientos que puedas tener. Me refiero a saber el tipo de educación que has recibido y como incorporas nuevos conocimientos: si lo haces de una manera abierta o lo filtras con determinados tabúes y creencias que pueden influir en tu experiencia, si exploras e investigas para incorporar o conocer nuevas prácticas, … La asertividad sexual tiene mucho que ver con tu actitud para explorar y aprender sobre la sexualidad.
El segundo, tiene mucho que ver con tu autoestima sexual y autoconocimiento en el ámbito sexual. Cómo te he señalado, los valores, las creencias y los tabúes que se pueden derivar de estos, pueden influir enormemente en tu experiencia. Por eso, hace falta que identifiques qué hay de verdad en ellos y que dicen de ti con relación a tu sexualidad: si te permiten vivirla cómo realmente deseas y si buscas poder hacerlo, creyendo que te mereces experimentar satisfacción y placer.
Por último, se trata de poner estos dos aspectos en juego en la relación con tu pareja o compañeros sexuales. Y esto se hace a través de la comunicación, sea verbal o no verbal. Hay cosas que las tendrás que expresar con palabras, pero otros que las comunicarás con tu cuerpo.
Por eso tienes que atender a tu comunicación verbal y a tu lenguaje corporal para saber si estás comunicando lo que pretendes. Una buena comunicación sexual te permitirá conseguir buenos niveles de intimidad y conexión para poder compartir tu sexualidad, puesto que podrás crear un espacio de confianza y escucha sincera para poder compartir tus necesidades y deseos.
Confiar en que la química hará fluir las cosas, es una opción que funciona sobre todo en los primeros encuentros con una persona o si se trata de una relación esporádica. Pero también en estas situaciones, poner en práctica la asertividad sexual te puede ser de ayuda para aprovechar los encuentros al máximo.
Dejarás de perder el tiempo esperando a que “las cosas pasen” e irás a buscarlas. Es como compartir las fantasías sexuales: cuando lo haces, estás iniciando un juego, una propuesta, estás creando un campo de juego para empezar a construir y hacer aquellas cosas que esperas y deseas en relación a la sexualidad.
Cómo puedes ver, ser sexualmente asertivo implica saber que esperas de una relación sexual. Y esto hará más fácil que lo puedas conseguir.
¡Pasa a la acción!
Piensa en una actividad sexual que te gustaría hacer con alguien (pareja o compañeros sexuales) y otra cosa que querrías que te dejaran de hacer. Cómo puedes ver, se trata de comunicar a otra persona o personas algo que deseas que pase y otra que quieres que deje de pasar. Piensa en lo que te estás perdiendo por no decirlo. ¿Crees que merece la pena hacerlo saber?