Abrir la relación de pareja es una decisión que cuestiona la idea de monogamia o relación cerrada. Abre un campo enorme de posibilidades y experiencias, pero también implica revisar la manera como te has relacionado hasta ahora con las parejas que hayas tenido y vivir nuevas sensaciones. Os explico algunas cosas que tendréis que tener en cuenta.
¿Mantienes una relación y estáis pensando a abrirla? ¿Sentís curiosidad e inquietud a partes iguales? ¿O se lo quieres plantear a tu pareja y no sabes por donde empezar?
Poner la monogamia en pausa, dejarla atrás o daros la oportunidad de probar otras maneras de amar y de disfrutar de la sexualidad. Ninguna decisión tiene que ser drástica: la flexibilidad y el respeto por los tiempos y decisiones personales siempre tiene que estar por delante de todo.
Si estáis en este punto os puede ayudar este artículo. Tener algo más de información sobre que implica esta decisión y como tirarla adelante. Lo que explico aquí es útil tanto si ahora mismo no mantienes ninguna relación como si estás en pareja.
Preguntas para abrir la relación de pareja
Como te explico en “Relaciones no monógamas“, hemos crecido con la idea que las relaciones tienen que ser monógamas y nos han enseñado que es el modelo de relación al que tenemos que aspirar: encontrar la media naranja. Y, como con todo lo que implica salir de la norma, implica un esfuerzo adicional.
En este caso, querer abrir la relación implica revisar el pacto de pareja, los valores individuales sobre que se entiende por una relación con implicación afectiva y sexual, con qué personas del entorno se cuenta para compartirlo o tener apoyo, iniciar nuevas rutinas y maneras de funcionar… Es como una sacudida, un zarandeo a vuestra relación de pareja.
Y cuando hay un zarandeo, las cosas se mueven de lugar y se tiene que volver a ordenar. Pero en este caso, algunas cosas se colocarán de manera diferente.
Aquí propongo algunas preguntas para haceros, tanto individualmente como en pareja, y que os pueden ayudar a abrir la perspectiva o, incluso, a hacer algunos primeros pasos:
- ¿Cómo defines una relación sexual y afectiva?
- ¿De qué manera encaja la exclusividad sexual y afectiva en tu manera de entender la relación?
- ¿Cómo te sentirías en una relación en la cual la otra parte siente afecto por otras personas? ¿Cómo te sentirías al hacerlo tú?
- ¿Cómo te sentirías en una relación en la cual la otra parte compartiera su sexualidad con otras personas? ¿Cómo te sentirías al hacerlo tú?
- ¿Qué has echado de menos en las relaciones que has mantenido hasta ahora o mantienes actualmente?
- ¿Cuándo piensas en abrir la relación, como crees que sería su funcionamiento y personas implicadas? (exclusividad, jerarquía, solo hombres, solo mujeres, tipos de relación con cada cual…)
Son solo algunas preguntas que os podéis hacer y las respuestas tienen que ir en la línea de indicaros que obtendréis un beneficio para la pareja, para la unión, no beneficios individuales. En todo este proceso, la responsabilidad afectiva y emocional y sexual son claves.
Pasos fundamentales para abrir una relación de pareja
A la exclusividad sexual y afectiva se le da un peso fundamental en nuestra sociedad y en la manera como nos relacionamos. Pero, que pasaría si en vez de funcionar de acuerdo con la exclusividad lo hiciéramos desde la responsabilidad afectiva y emocional y sexual?
A la hora de plantearse abrir la relación de pareja, lo más importante es no tener prisa y hablarlo todo. La confianza, el respeto, la comprensión y la complicidad con quien lo quieres compartir es esencial. Es el que os permitirá saber cuando es el mejor momento, con plena conciencia, libertad y sin coerción.
Es muy importante este aspecto, puesto que hay parejas que toman la decisión en momentos difíciles de la relación, planteándolo como la solución a un problema: cuando ha habido una infidelidad, hay un bajo deseo sexual, se está a punto de romper la relación, existe un distanciamiento, …
Abrir la relación puede implicar compartir afectividad y sexualidad o ambas con otras personas, aparte de la pareja actual. Esto significa revisar y modificar el contrato de pareja: cuáles son las condiciones, límites y posibilidades en vuestra relación de pareja. Seguramente hasta ahora ha habido aspectos que habéis hecho explícitos (por ejemplo, que no se puede ser infiel), pero otros que han estado implícitos, que se han dado por supuesto y ahora se deberán revisar.
Revisar el contrato es una posibilidad. Os permite hacer explícitos y negociar vuestros límites y deseos, prever estrategias para gestionar los celos, en qué espacios y momentos se dará esta nueva realidad, entre otros temas. La asertividad aquí será clave, puesto que permitirá hablar abiertamente sobre determinados temas de manera honesta, sincera y transmitiendo el que realmente deseas y las emociones que te hace experimentar (alegría, felicidad, miedo, ansiedad, inseguridad…).
Nada es definitivo: tened siempre presente la flexibilidad
Igual que podéis mantener una relación monógama y os planteáis abrir la relación, podéis tener una relación no monógama y cerrarla. O abrirla o cerrarla de manera puntual.
Tened claro que las cosas no son inamovibles ni definitivas. La flexibilidad y capacidad de adaptación en cada momento es vital para disfrutar de las relaciones. Hay momentos en la vida en que vivimos situaciones que nos pueden hacer sentir más predispuestos o cómodos que otros.
Hay relaciones poliamorosas que pasan por momentos en que la relación es de dos personas y no tienen intención de conocer a nadie más. O parejas swinger que deciden parar los intercambios de pareja porque quieren hacer otras cosas en pareja.
Definirse como relación no monógama, en cualquiera de sus modalidades, no implica una obligación. Igual que no lo tiene que ser definirse como monógamo. Es un compromiso personal con la satisfacción, bienestar y felicidad y solo tú sabes como y cuando encontrarla.
Abrir la relación puede dar miedo y tener sus riesgos, pero ¿las relaciones monógamas no los tienen? Ningún tipo de relación garantiza que todo funcione y vaya tal como esperamos. La perfección no existe.
La infidelidad, los celos, las inseguridades, el miedo, la incertidumbre… sobrevuelan todas las relaciones afectivas y sexuales. Dejad atrás ideas preconcebidas y mitos sobre las relaciones no monógamas y construid la vuestra: cómo esperáis sentiros, que esperáis recibir de la relación y que estáis dispuestos a dar, qué personas queréis incluir, qué cosas queréis evitar… E
Encontrad vuestra definición de relación afectiva y sexual, que dé respuesta a vuestras necesidades y deseos, de manera libre, flexible y consensuada.
¡Pasa a la acción!
Estés o no en una relación de pareja, si te planteas tener una relación no monógama o abrir la relación, ¿cuáles son las cosas que esperas que te aporte? Puedes pensar en emociones, experiencias, posibilidades de lograr objetivos y desarrollar proyectos personales, … Ahora piensa en tus valores fundamentales sobre las relaciones afectivas y sexuales: ¿cómo te hace sentir el hecho de proponerte esta posibilidad? Hay algún de tus valores que habría que revisar?